Se me hinchan los cojones,- perdonen la grosería -, cada vez que oigo la frase: "Discúlpale es que ha tenido una vida muy dura". Y quién no, si la vida es un valle de lágrimas (y no lo digo yo, que lo dice la Biblia). Cada uno es libre de decidir cómo quiere ser y actuar en consecuencia. La vida, que es muy perra ella, puede convertirnos en amargados, desconfiados, egoístas, cínicos y en verdaderos hijos de puta - otra vez, perdón - pero eso no es un eximente. Somos responsables de nuestros actos de los que somos perfectamente conscientes y los hay, - yo los he visto -, que no eligen el camino fácil, y que no huyen de su dolor causándolo en los demás sino que se enfrentan a él y luchan porque no les doblegue y no les convierta en aquello que nunca quisieron ser.
Así que no, no les disculpo ni a ellos ni a mí cuando me justifico ante una mala acción, porque siempre, siempre hay otra opción.