lunes, 10 de octubre de 2011

In the middle of nowhere


Hace años una amiga dijo que los que habíamos recibido cierta educación, en cierto establecimiento, estábamos destinados a ser unos inadaptados sociales, que no pertenecíamos ni a una clase ni a otra, ni encajaríamos nunca en uno u otro movimiento social y/o político. No sé si lo dijo en el sentido que voy a relatar ahora, porque ella es mucho más profunda y sabia que yo (siempre es buen momento para hacer la pelota y puede que hasta útil), pero desde luego me sirve de punto de partida.
Nos enseñaron a analizar, cuestionar y criticar el mundo que nos rodea, a no dar por sentado nada, viniera de quien viniese. Nos inculcaron valores como la humildad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad y sembraron en nosotros el célebre Indignez vous! (toda injusticia es una buena causa para implicarse).
Y con los años, tengo la sensación de que poco casan esas ideas con el ambiente aburguesado en el que se predicaban.
Mucho se esforzaron en hacernos pensar que éramos unos privilegiados, que pertenecíamos a una élite que finalmente no cuestionaría el sistema sino que lo encabezaría como buenos déspotas, eso sí, ilustrados.
Y el resultado es una gauche divine (concepto hipócrita donde los haya) a quien se le revuelven las tripas cuando se para a observar el mundo en el que vive, pero que pasa la mayor parte del tiempo haciendo la vista gorda con tal de no perder esa cómoda posición con que precisamente le beneficia el tantas veces censurado sistema. In the middle of nowhere, vamos.

1 comentario:

  1. Hace poco alguien me dijo: "yo no he usado jamás la sanidad pública ni la educación pública; si se acaban me da igual".

    Creo que alguien de la gauche divine no diría eso jamás. Y si lo pensase, se le removería la conciencia, intuiría que está mal... Creo que es bueno que los acomodados tengan la conciencia algo incómoda.

    Son poco consecuentes pero por lo menos saben que las desigualdades socio-económicas no deberían existir.

    Puestos a llegar a directores generales de multinacionales, creo que es mejor haber estado en Mayo del 68 o indignado en la Puerta del Sol que tomando copas en Paddock y comprando joyas en la place Vendôme.

    Y, claro, el que pasó por la Puerta del Sol tiene muchos números para acabar in the middle of nowhere...

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