lunes, 30 de septiembre de 2013

La belleza

Tengo dos personajes: ahora decidiré qué hago con sus vidas. No importa mucho si son hombres o mujeres, pero hay uno de los dos que es bello, tanto que en sí mismo es un argumento para decir que la belleza es objetiva. Podría hacer justicia y ocuparme de que el menos bello tuviera más suerte. Al hermoso podrían sucederle calamidades, para que aprenda que si su virtud no es fruto del esfuerzo no vale nada. Pero claro, escribir ficción no es mentir. Tampoco estaría bien determinar que uno será más feliz que el otro. No me interesa decidir si estamos ante un don o una condena, más aún teniendo en cuenta que a los dos les espera el mismo destino fatal y que ninguno de sus atributos podrá salvarles del mismo. Así que creo que me limitaré a describir el magnetismo, la fuerza que ejerce la belleza y su reverso, la debilidad que provoca en los demás. Lo mejor de todo es que, aquí, el que escribe es quien detenta el poder.

martes, 10 de septiembre de 2013

Creyente

Lo que tenía que ser ya está aquí. Reír y llorar son el mismo gesto porque la vida no tiene remedio. Quiero tener fe ciega en la eternidad.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Autorretrato

Esta mañana le sobraba tiempo cuando se ha despertado. Nunca se ha parado a observarse deliberadamente. Hoy era un buen día para hacer una exaltación del "yo". Tendría que ser capaz de reconocer su reflejo pues allí donde confluyen la mujer del espejo y la dueña de los ojos que la están mirando, en ese punto de intersección, existe ella. Ha empezado observando su pelo: un pelo crespo y rebelde que pide a gritos que lo liberen. Con el dedo índice ha seguido la línea de sus cejas, oscuras y bien marcadas, antes de detenerse en los ojos. Los ojos dominados por unas pupilas inquisidoras. Unas pupilas que se clavan en el espejo, que odian y que no perdonan. Y se ha mojado los labios con la lengua y se ha metido los dedos en la boca y los ha mordido para sentirlos, para reconocerlos como suyos. Esas manos le pertenecen. Y después viene el cuello, donde late incesante la vena yugular. No es un buen retrato. Rabia. Con el guante de crin se frota con violencia la cara. Sigue restregándolo con fuerza, para borrarse y volverse a dibujar.