viernes, 22 de abril de 2011

Margaritas a los cerdos


"Es como echar margaritas a los cerdos." Era un pensamiento recurrente antes de meterse en la cama. Repasaba mentalmente el día y tenía la sensación de haberlo pasado en una pocilga: rodeado de cerdos, otras veces uno más de la piara. Y sí, levantarse cada día era un desafío, poner en duda las conclusiones a las que había llegado el día anterior: hoy será distinto, hoy lo apreciarán y me sentiré bien por hacer las cosas bien y me harán sentir bien por ello...
"Es como arrojar perlas a los cerdos." Pensó al llegar a casa.

1 comentario:

  1. Vivir en un lodazal. Eso es. Y jamás se acostumbra uno. Vivir permanentemente entre mediocres mata. Lo sé.
    Pego un texto ajeno, aunque no nuevo:

    "La masa silenciosa se mueve aunque no haga ruido, porque esa es su estrategia. Los mediocres no llegan a pensar tanto y sólo siguen su propia y natural inercia. Pero eso sí: se camuflan tras su mediocridad, su burdez, su ignorancia y su mala educación, y desde esas trincheras comunes, como las manadas de lobos, se agrupan y atacan. Atacan con alevosía, tozudez, ignorancia y estupidez, pero no con inteligencia. Eso sería demasiado para ellos. Algunos incluso pueden llegar a parecer listos a veces, pero se les desenmascara fácilmente.
    Lo importante es darse cuenta de una cosa: si permites que te afecten las cosas que hagan o digan los demás, el problema pasa a ser tuyo por tu incapacidad de respuesta. No nos sentimos mal por lo que hagan o digan los demás: nos sentimos mal con nosotros mismos porque no sabemos o no nos atrevemos a responderles de forma contundente, clara y sin ambages, como se merecen y se están buscando. Eso significa que todavía en tu interior, por la “EDUCASTRACION” recibida, estás dando más importancia a los demás que a ti mismo. Ahí radica el problema. Y sólo tú tienes el poder de solucionarlo."

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