lunes, 15 de febrero de 2010

Hoy no me puedo levantar


Las primeras veces no notó nada raro, siempre le había costado madrugar y que se le pegaran las sábanas no era ninguna novedad. Pero según pasaban los días empezó a advertir que se despertaba con la cabeza embotada, que cada vez tardaba más en levantarse, con la sensación de que las sábanas se le enganchaban al cuerpo como una enredadera. El caso es que en el transcurso de un mes la cosa había empeorado, ya no era sólo que el cuerpo le pesase como plomo sino que cada mañana tenía que hacer un esfuerzo por recordar cómo coordinar sus movimientos: primero incorporarse, luego un pie, después el otro, y sí, lo conseguía pero siempre después de varios intentos. Fue a ver a todo tipo de especialistas: traumatólogos, fisioterapeutas, neurólogos, etc. y todos coincidían en una cosa, y es que gozaba de una salud excelente. Así que se resignó, esperando el momento en que ya no pudiera levantarse más. Y así fue como una mañana se quedó petrificado en su cama, con las sábanas pegadas al cuerpo cual momia y el rictus de estupor para siempre.
Y es que hay que tener cuidado con estas cosas porque uno empieza por decir que no se puede levantar, que hoy no quiere salir de debajo del edredón, y al final el alma le pesa tanto a uno que le deja clavado en la cama, y eso..eso es irreversible.

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