lunes, 1 de febrero de 2010

Historia de Felicidad

A Felicidad siempre la tuve entre algodones, ni grandes sobresaltos ni fuertes emociones; era de salud delicada. Fue madurando y con la edad se hizo más fuerte, tanto que creí que ya estaba preparada para afrontar la vida. Pero nunca se me ocurrió advertirle del peligro de dejarse llevar, de vivir sin miedo a hacerse daño...
Murió de un infarto, rebosante de felicidad. La pobre no estaba acostumbrada.

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