Ya no puedes más, te quedas sin fuerzas para sujetarlo y el mundo se te viene encima, te cae con todo su peso y te deja con la cara pegada al suelo. Las lágrimas se cuelan en los ojos, el corazón se encoge y se queda tiritando dentro del pecho. No te gusta nada lo que ves fuera, mundo turbio, sucio y viciado pero no hay consuelo porque miras dentro y todavía está más oscuro.
Y te digo, si te vas a quedar ahí parada mejor deja de llorar que para lágrimas, las del cocodrilo.
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