martes, 23 de febrero de 2010

B.S.O

No concibo una vida sin banda sonora. Los sorbos de vino no tendrían el mismo sabor sin la armónica desgarradora y melancólica de Bob Dylan. Las voces negras que retumban en lo más hondo y sus tambores que marcan el ritmo de los latidos para hacerte sentir vivo. Para entrar en trance, la guitarra de Paco de Lucía que te pellizca los sentidos y te hace creer en el duende flamenco. Otras veces, le pido a Lou Reed que me lleve a pasear por el lado salvaje, y acabo esnifando cocaine con Eric Clapton. Y sólo cuando la guitarra de Led Zeppelin me llama al grito de Tangerine vuelvo a poner los pies en la tierra.
Ojalá algún día aprenda a querer como Silvio y sino, a llorar Lágrimas negras.

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