jueves, 28 de noviembre de 2013
Ruleta rusa
Le cuesta salir de la cama. Todos los días, sea lunes o domingo. Ha probado distintos antídotos: desde una dudosa y tardía vocación, pasando por hartarse de pena y de gloria, hasta procurar el bien y el mal ajeno.
Cuando uno descubre que va a morir -y de eso hace ya un tiempo- todo lo anterior no sirve de nada.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Un muerto
Allí estaba su muerto: una masa de
carne inerte y un rostro sin músculos. Habían desaparecido las pupilas
inquisidoras, la barba otrora suave y blanca se había convertido en grises
púas, y la piel estaba cubierta por una pátina de cera y ceniza. Razones para
creer que el alma nos abandona. Ese no era su padre, había llegado tarde, no
quedaba nada de lo que despedirse. Y entonces quiso recordarle, con todas sus
fuerzas, para borrar la imagen de ese cuerpo impostor.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Quoi que ce soit
Intentar escribir quoi que ce soit con una media sonrisa en la cara sólo lleva a un resultado: escribir estupideces. Es un momento grave, no hay que olvidarlo.
jueves, 31 de octubre de 2013
La fuerza de la razón
"La vida no tiene remedio." Es una ocurrencia de la Razón. Me lo suelta así, a bocajarro, clavando sus pupilas en las mías para que no pueda mirar hacia otro lado. La Razón tiene la fuerza y la malicia de un tornado, y si se lo propone arrasa con ilusiones y esperanzas. Es astuta y se disfraza de escudo pero no es más que un vulgar atrapasueños.
Siempre habrá quien la defienda a ultranza, otros la exhiben como estandarte, y yo hoy reniego de ella.
lunes, 21 de octubre de 2013
Llegadas internacionales
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. La luz del nacimiento de un día: el presagio de la nueva vida que había salido a buscar. Atrás quedaban –algunos todavía prendidos a la cola del avión– los recibos sin pagar, la enfermedad de mamá, su muerte, un aborto y el miedo.
El avión está listo para desembarcar. Con una mano arrastra apenas un esbozo de maleta y en la otra, una dirección falsa. Control de Aduanas.
“—Señorita, sálgase de la fila que vamos a registrar su equipaje.”
lunes, 14 de octubre de 2013
La debilidad
Los pensamientos le invaden y como no los busca, los encuentra en medio de la noche.
No puede dormir. La cabeza se le llena de absurdos.
Las paredes de este piso son de papel. El bebé de al lado maúlla como un desesperado. Estará desesperado por haber nacido.
Se ha desvelado y ahora tiene miedo de estar a solas con la noche. Desearía tanto despegarse de sí mismo. Necesita más que nunca separarse de su ser para no estar tan solo.
Yo nunca supe ser feliz, me parecía de tontos.
Como un sonámbulo se dirige a la cocina. El frío y la suciedad del suelo se cuelan por las plantas de los pies. Se sube al taburete y a tientas consigue alcanzar la botella, escondida años atrás. Abre el tapón y le da un sorbo rápido. Sabe a hiel. La debilidad es un trago amargo.
Las paredes de este piso son de papel. El bebé de al lado maúlla como un desesperado. Estará desesperado por haber nacido.
Se ha desvelado y ahora tiene miedo de estar a solas con la noche. Desearía tanto despegarse de sí mismo. Necesita más que nunca separarse de su ser para no estar tan solo.
Yo nunca supe ser feliz, me parecía de tontos.
Como un sonámbulo se dirige a la cocina. El frío y la suciedad del suelo se cuelan por las plantas de los pies. Se sube al taburete y a tientas consigue alcanzar la botella, escondida años atrás. Abre el tapón y le da un sorbo rápido. Sabe a hiel. La debilidad es un trago amargo.
jueves, 3 de octubre de 2013
Palabras
"Si sales por esa puerta, no vuelvas a entrar."
Nunca se había sentido segura con las palabras, el temor de no haber usado las adecuadas le atormentaba.
Esta vez se aseguraría de que el mensaje había llegado. Salió corriendo detrás de él y le asestó una mortal puñalada por la espalda.
***
"Hay que ver las cosas que pasan. Parecían una pareja de lo más normal."
Nunca se había sentido segura con las palabras, el temor de no haber usado las adecuadas le atormentaba.
Esta vez se aseguraría de que el mensaje había llegado. Salió corriendo detrás de él y le asestó una mortal puñalada por la espalda.
***
"Hay que ver las cosas que pasan. Parecían una pareja de lo más normal."
lunes, 30 de septiembre de 2013
La belleza
Tengo dos personajes: ahora decidiré qué hago con sus vidas. No importa mucho si son hombres o mujeres, pero hay uno de los dos que es bello, tanto que en sí mismo es un argumento para decir que la belleza es objetiva. Podría hacer justicia y ocuparme de que el menos bello tuviera más suerte. Al hermoso podrían sucederle calamidades, para que aprenda que si su virtud no es fruto del esfuerzo no vale nada. Pero claro, escribir ficción no es mentir. Tampoco estaría bien determinar que uno será más feliz que el otro. No me interesa decidir si estamos ante un don o una condena, más aún teniendo en cuenta que a los dos les espera el mismo destino fatal y que ninguno de sus atributos podrá salvarles del mismo. Así que creo que me limitaré a describir el magnetismo, la fuerza que ejerce la belleza y su reverso, la debilidad que provoca en los demás. Lo mejor de todo es que, aquí, el que escribe es quien detenta el poder.
martes, 10 de septiembre de 2013
Creyente
Lo que tenía que ser ya está aquí.
Reír y llorar son el mismo gesto porque la vida no tiene remedio.
Quiero tener fe ciega en la eternidad.
lunes, 2 de septiembre de 2013
Autorretrato
Esta mañana le sobraba tiempo cuando se ha despertado. Nunca se ha parado a observarse deliberadamente. Hoy era un buen día para hacer una exaltación del "yo". Tendría que ser capaz de reconocer su reflejo pues allí donde confluyen la mujer del espejo y la dueña de los ojos que la están mirando, en ese punto de intersección, existe ella. Ha empezado observando su pelo: un pelo crespo y rebelde que pide a gritos que lo liberen. Con el dedo índice ha seguido la línea de sus cejas, oscuras y bien marcadas, antes de detenerse en los ojos. Los ojos dominados por unas pupilas inquisidoras. Unas pupilas que se clavan en el espejo, que odian y que no perdonan. Y se ha mojado los labios con la lengua y se ha metido los dedos en la boca y los ha mordido para sentirlos, para reconocerlos como suyos. Esas manos le pertenecen. Y después viene el cuello, donde late incesante la vena yugular. No es un buen retrato. Rabia. Con el guante de crin se frota con violencia la cara. Sigue restregándolo con fuerza, para borrarse y volverse a dibujar.
lunes, 26 de agosto de 2013
Alter ego
Llueve desde mi habitación. Antesala del otoño u ocaso del verano. Qué más da. Aquí da todo igual. La vida ya no es un juego, es una burla. Caminar de espaldas. La mirada perdida y el sabor a hiel que estruja el corazón.
Las gotas se estrellan contra el cristal. Imagino que son las mismas gotas que antes o después chocarán contra los cristales de un bus peruano.
Llueve desde este autobús. Crepúsculo de invierno o albores de primavera. No importa. Aquí las magnitudes son otras. La vida ya no es broma, es un juego muy serio. Huir hacia delante. La mirada velada y un sabor amargo que cala los huesos.
Las gotas de lluvia chocan contra los cristales. Son las mismas que golpeaban habitaciones y autobuses. Son las mismas que hoy nos mojan y nos libran del sopor de la rutina para recordarme/nos cuál es mi/tu deber: vivir.
Las gotas se estrellan contra el cristal. Imagino que son las mismas gotas que antes o después chocarán contra los cristales de un bus peruano.
Llueve desde este autobús. Crepúsculo de invierno o albores de primavera. No importa. Aquí las magnitudes son otras. La vida ya no es broma, es un juego muy serio. Huir hacia delante. La mirada velada y un sabor amargo que cala los huesos.
Las gotas de lluvia chocan contra los cristales. Son las mismas que golpeaban habitaciones y autobuses. Son las mismas que hoy nos mojan y nos libran del sopor de la rutina para recordarme/nos cuál es mi/tu deber: vivir.
martes, 20 de agosto de 2013
Fausto 2.0
Aquella madrugada Mefisto vino a ver a Tomás mientras dormía sus últimas horas. Mefisto es en realidad una mujer, una mujer con un apetito sexual insaciable. Sigilosa se metió en su cama y al oído le susurró el siguiente trato: a cambio de un polvo, le ofreció una segunda vida. Se equivocaba de destinatario. Mefisto no sabía que Tomás se había jurado no volver a nacer. Con una vida había sido suficiente. Mefisto, consciente de que sólo alguien que no ha tenido que luchar por sobrevivir puede despreciarla de ese modo, quiso seducir a su víctima recordándole que podría revivir los momentos estelares y volver a experimentar con la intensidad de la primera vez los placeres de la vida.
-Tomás, en esta vida te has enamorado más de una vez. ¿No quieres recuperar ese sentimiento con la espontaneidad y la inocencia de la juventud?
- Para nada. Ya sobreviví a los desasosiegos y a las incertidumbres del querer. El amor es un viaje del que disfruté pero que no lleva a ninguna parte.
- ¿Que no lleva a ninguna parte? ¿No volverías a ver por primera vez la cara del fruto de tus entrañas?
- Cuando tuvo edad para hacerlo mi hijo se alejó de mí y me culpó de sus errores. Aunque viviese cien vidas, siempre sería el responsable último de las faltas de mis vástagos.
- ¿Y qué me dices de los placeres mundanos? ¿Excitar el cuerpo y la mente hasta la extenuación?
-La satisfacción que se obtiene cumpliendo los deseos del cuerpo, dura una enésima parte de lo que duran los remordimientos.
- ¿Y qué hay de tus planes de dejar huella en este mundo? ¿Alcanzar la inmortalidad? Tomás, tienes una segunda oportunidad para triunfar.
-Mefisto, déjame en paz.
Tomás se volvió a dormir con la certeza de que los motivos expuestos no eran suficientes para decir que la vida merecía la pena y que de su existencia no dependía el curso de la humanidad. Cuando desapareciese el mundo seguiría siendo el mismo. La misma mierda.
-Tomás, en esta vida te has enamorado más de una vez. ¿No quieres recuperar ese sentimiento con la espontaneidad y la inocencia de la juventud?
- Para nada. Ya sobreviví a los desasosiegos y a las incertidumbres del querer. El amor es un viaje del que disfruté pero que no lleva a ninguna parte.
- ¿Que no lleva a ninguna parte? ¿No volverías a ver por primera vez la cara del fruto de tus entrañas?
- Cuando tuvo edad para hacerlo mi hijo se alejó de mí y me culpó de sus errores. Aunque viviese cien vidas, siempre sería el responsable último de las faltas de mis vástagos.
- ¿Y qué me dices de los placeres mundanos? ¿Excitar el cuerpo y la mente hasta la extenuación?
-La satisfacción que se obtiene cumpliendo los deseos del cuerpo, dura una enésima parte de lo que duran los remordimientos.
- ¿Y qué hay de tus planes de dejar huella en este mundo? ¿Alcanzar la inmortalidad? Tomás, tienes una segunda oportunidad para triunfar.
-Mefisto, déjame en paz.
Tomás se volvió a dormir con la certeza de que los motivos expuestos no eran suficientes para decir que la vida merecía la pena y que de su existencia no dependía el curso de la humanidad. Cuando desapareciese el mundo seguiría siendo el mismo. La misma mierda.
viernes, 16 de agosto de 2013
Ataraxia
P está sentada en el sofá, con las dos piernas juntas, la mirada fija en la pared que tiene enfrente, los párpados caídos y los dos brazos que le cuelgan a cada lado del cuerpo. Lleva horas así, prácticamente sin moverse. De vez en cuando, se muerde las uñas. Cada dedo que mordisquea, cada pellejo que se arranca es una duda. Preguntas en el aire flotan delante de sus ojos. Cuál es su yo esencial: ¿el que hace lo correcto como un mero acto de fe?, ¿el que se autodestruye para luego renacer? A quién debe proteger. Su cuerpo está al servicio de su mente o es su cuerpo el que condiciona sus pensamientos. Enciende la chimenea. En la hoguera de las vanidades quema cada amago de sentirse superior a los demás, cada juicio de valor expresado sin haber sido previamente meditado, cada mezquindad. Vacila a la hora de lanzar al fuego las debilidades, las virtudes -si las hay-, las penas y las pasiones. Se siente con derecho a volver a empezar pero "las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la Tierra."
domingo, 11 de agosto de 2013
Dama con libro
Se sube al tren y saca un libro de la mochila. Con su mano derecha lo sujeta como si fuera un abanico, la mano izquierda descansa sobre su regazo. Finge estar concentrada en su lectura, no quiere que sus gestos la delaten.Mira de reojo a su alrededor.Cuando sale al mundo se siente observada, juzgada, como si el mundo entero tuviera que aprobar sus manos, sus ojos, su boca, sus piernas, su libro. Piensa que los momentos más felices de su vida son aquellos que aun estando en compañía se olvida de sí misma.
Se cubre media cara con el libro abierto. En el lenguaje de los abanicos: "Sígueme cuando me vaya".
Se cubre media cara con el libro abierto. En el lenguaje de los abanicos: "Sígueme cuando me vaya".
miércoles, 24 de julio de 2013
A vueltas con el pasado
El pasado puede adoptar tantas formas que es difícil reconocerlo.Yo no me di cuenta de que estuve hablando con él hasta pasados unos días. Mi pasado, este en concreto, ha venido y se ha ido muchas veces. Ahora espero y creo que no se irá. No ha envejecido mucho, hasta diría que los años le han sentado bien. Mi pasado huele a jabón y a cerveza. Es tan familiar que vuelvo a tener diez años y sólo quiero acurrucarme en su regazo. Mi pasado cree que no le he querido nunca y lo que no sabe es que en la frente lleva escrito "¿Y si...?". Vive para recordarme que fui peor y que todavía puedo serlo. Mi pasado me conoce. Me escudriña y pone patas arribas el frágil sistema de valores que me he inventado para sobrevivir. Mi pasado vive en Madrid y yo soy de Barcelona.
lunes, 15 de julio de 2013
Me cumplo años
Me cumplo años y hasta aquí hemos llegado. ¿Queda mucho o poco? ¿Lo he hecho bien o lo he hecho mal? ¿Se puede hacer mejor? ¿Existo y luego pienso? Y si...
Y en mi caso, al final, todo se reduce a un bocadillo de chorizo y queso.
Y en mi caso, al final, todo se reduce a un bocadillo de chorizo y queso.
miércoles, 3 de julio de 2013
martes, 4 de junio de 2013
Mamá, quiero ser artista
- Mamá, yo de mayor quiero ser artista.
- ¿Por qué?
- Porque sí.
- Me parece un muy buen motivo.
Eso le dijo Tomás a su madre cuando tenía seis años. Ahora tiene casi treinta -no son muchos pero el tiempo es relativo- y ya sabe que no lo es pero que tampoco puede ser otra cosa.
Todas las mañanas se debate entre levantarse, pegarse una ducha e irse a trabajar o quedarse en la cama y follarse a su novia como un salvaje durante horas. Cuando se mete en el metro duda si pagar el billete correspondiente o plantarse hasta que le abran barreras porque el precio del transporte público es un abuso.
Al llegar al trabajo no sabe si encender el ordenador y demostrar que es eficiente y resolutivo o echarse a llorar porque el aire no huele a mar y los rayos de sol no calientan a través de los cristales.
Por la tarde, de camino a casa, Tomás piensa en comprarse un buen libro y leerlo con una copa de vino en mano o en entrar en el primer bar que encuentre a emborracharse de cerveza y tirarse a una desconocida con la misma vehemencia con que se lo habría hecho a su novia por la mañana.
Después de cenar, ve las noticias y no distingue si siente que las desgracias ajenas le reconfortan o le hacen odiarse más por no hacer nada por cambiarlo.
Se mete en la cama, y quiere ser otra persona y está dejando que no pase.
jueves, 30 de mayo de 2013
Ni guapos ni feos
No le gustan los guapos, tampoco los feos.
No le gustan los listos, tampoco los tontos.
Ni los altos, ni los bajos, ni los gordos, ni los flacos,
ni los rubios, ni los morenos, ni los honestos , ni los mentirosos,
ni los cobardes, ni los valientes, ni los de este planeta, ni los que caminan sobre las aguas.
Le gustan los que tienen nombre.
No le gustan los listos, tampoco los tontos.
Ni los altos, ni los bajos, ni los gordos, ni los flacos,
ni los rubios, ni los morenos, ni los honestos , ni los mentirosos,
ni los cobardes, ni los valientes, ni los de este planeta, ni los que caminan sobre las aguas.
Le gustan los que tienen nombre.
miércoles, 1 de mayo de 2013
01.05.2013
No podría vivir sin días. Es un lujo que empiecen y que acaben.
Por la noche vienen a acunarte las angustias y los remordimientos y cuando te despiertas no están. Empieza un nuevo día o eso parece.
lunes, 22 de abril de 2013
Aeropuertos
El avión con destino a Barcelona está listo para embarcar. El finger que lo conecta con la terminal va
engullendo la cola de pasajeros que se ha formado desde hace ya un buen rato.
Al hombre occidental le entra la prisa en los momentos más insospechados –de
camino al trabajo, al entrar en un avión.
Una mujer se quita la americana, se
alisa la falda para sentarse y cuelga la chaqueta en el respaldo del asiento
anterior para sentarse y abrocharse el cinturón. Son gestos mecánicos. Lleva
tacones finos y medias oscuras. Inclina la cabeza hacia atrás y cierra los
ojos. El trayecto es corto y lo conoce de memoria.
Hay turbulencias. Las sacudidas del
avión la desvelan. Mira a su derecha.
Una coetánea se aprieta las manos entre
las rodillas. Entrelaza los dedos y empieza a murmurar. Está
rezando. Se frota la medalla que cuelga del cuello y cierra los ojos.
El avión aterriza por fin. Las dos
mujeres salen, una detrás de la otra. La ejecutiva que conoce el
camino de memoria se dirige a coger un taxi, en un gesto instintivo vuelve la
vista atrás y ve a su compañera de viaje que se abraza con alguien.
martes, 19 de marzo de 2013
Matrimonio
-Ya tengo los resultados de las pruebas. Tengo cáncer.
-¿Te estás muriendo?
-Como tú. Sólo que a mí me han dado fecha.
-No sé cómo puedes hablar así.
-¿Hablar cómo?
-Con esa frialdad, como si no fuera algo serio.
-Oye, que el que se muere soy yo. ¿Eso también te molesta?
-Por favor…
-Sí, seguro que te jode. Esto no lo puedes controlar. Aquí no eres tú la protagonista.
-¿Es eso lo que piensas de mí?
-Sí, me muero y te quedarás sola. Y ya no podrás pensar en lo que hago mal, en cómo te hago sentir. En lo desgraciada que eres a mi lado. La culpa de todo lo que te pase será tuya y sólo tuya.
-¿Y cuánto ha dicho el médico que te queda?
martes, 12 de marzo de 2013
El día de Salinas
EL
DÍA DE SALINAS
Raquel acababa de salir de la ducha.
El calor del asfalto en pleno verano había hecho del paseo hasta el piso una
experiencia asfixiante. Ahora se encontraba frente al espejo que tantas veces
le había devuelto el reflejo y observaba cómo le colgaba la toalla de las
caderas. Le gustaban sus huesos que
sobresalían, femeninos y redondos, también los de la clavícula. El resto
siempre le sobraba. De hecho, le impresionaban los que sabían pasearse desnudos
sin pudor ni especial orgullo de su cuerpo.
Mientras hurgaba en los cajones en
busca de un cepillo de pelo encontró un pintalabios. Era de color ciruela
intenso y se repasó los labios con destreza para ver cómo le sentaba. No había
usado ese color antes. Se peinó con el pelo hacia atrás, despejando la cara y
el cuello, y colocó dos gotas de perfume en las muñecas frotándolas entre
ellas.
Desnuda, sentada en la cama, rebuscó
en los cajones de la cómoda de pino hasta dar con un conjunto de sujetador y
bragas de algodón blanco y puntillas de encaje. Se ajustó las prendas elásticas
y comprobó cómo destacaban sobre la piel bronceada y brillante, a base de sal
marina y cremas hidratantes. No había quien se lo dijera y se sentía atractiva.
Se dirigió a la cocina.
El calor había aflojado y la luz del atardecer se colaba por los ventanales de
la terraza. Abrió la nevera y se sirvió vino blanco en un vaso de cristal.
Armada con el vino y un cigarro en la boca, Raquel volvió al salón y empezó a
repasar las estanterías domésticas. Reconoció libros de amor y de sombras que
había leído en su adolescencia y a los que no volvería pues esas historias ya
no la necesitaban. Siguió saltando con la vista de
una estantería a otra. Dio con Germinal
de Zola, de lectura obligatoria en el instituto y esbozó una sonrisa. Rememoró
aquella etapa en la que el reconocimiento por sus aptitudes académicas le venía
sin esfuerzo. Quizá no fue bueno para ella que no tuviera que aplicarse en los
estudios. El vino que iba bebiendo ininterrumpidamente a sorbitos cortos hacía
su efecto y sus músculos se iban relajando y su cabeza desembotando. Recordaba haber leído algunos títulos más, no estaba lejos
la niña que creía que hacerse adulta era comulgar con la brutalidad de
Hemingway o la suciedad de Bukowski –sorprende cómo nuestros libros
hablan de nosotros y sin embargo, un
mismo libro puede estar en varios hogares a la vez–, otros no estaba segura de
haberlos ni tan siquiera hojeado. Se topó con un par de fotografías. No
hacía mucho que esas instantáneas habían
sido tomadas; al menos, los protagonistas no parecían haber envejecido. Las
imágenes reales se entremezclaban con los recuerdos de Raquel. Los mismos
protagonistas –un hombre y una mujer que parecen felices– y diferentes
escenarios. Los recuerdos son construcciones de la mente, pensó. No son
objetivos, los manipulamos a nuestro antojo. Las fotografías sí son objetivas,
son más ciertas que lo que yo he vivido, que lo que yo he sentido. Había vivido
una realidad que huía de los convencionalismos,
aquella de la que nadie habla y nadie quiere oír hablar. Y ahora dudaba de su verdad
que al lado de las imágenes se tambaleaba.
Era noche cerrada cuando
Raquel se metió en la cama. Las sábanas estaban frías y las oyó crujir entre
sus piernas. Estalló en llanto. Con la cara apretada contra la almohada,
lloraba como si hubiera acumulado las lágrimas desde que nació. Estuvo
sollozando y gimiendo hasta que el cansancio la venció y se quedó dormida.
Se despertó
sin el sobresalto del despertador, como si el día que empezaba a clarear la
hubiera llamado. “Despierta, el día te llama.”, podría haber oído. Se levantó
de la cama que hizo con sumo cuidado y se puso la ropa encima de la lencería
blanca. En el salón, recogió el vaso y los restos de tabaco. Abrió la puerta
del recibidor y antes de salir echó un último vistazo al piso. Los rayos de sol
lo iluminaban y todo parecía más limpio.
Al llegar a
la oficina nadie la esperaba –a esas alturas del verano quedaban cuatro gatos.
Encendió su ordenador y mientras arrancaba la máquina se dirigió al despacho de
Luis sin mucho disimulo. Se sacó las llaves del bolsillo y las dejó en el mismo
cajón donde sabía que las encontraría la tarde anterior. Acarició la tapicería
de la silla giratoria azul y cerró la puerta. Ese sería su último día en la
oficina y el último que entraba en el despacho de Luis. Ahora le tocaba a ella
tener un hogar al que volver, tener fotografías que fueran testigo de sus recuerdos
que ya se ocuparía de reconstruir.
lunes, 4 de marzo de 2013
La urgencia
"Urgencia, necesidad, apremio, atropello.
Acción y remordimiento. Deseo y negación.
Vivir para contarlo. Contarlo para vivirlo."
lunes, 18 de febrero de 2013
Una educación sentimental
Te enseñaron a querer.
Convencionalismos, verdades ciegas,
son preludio de batallas privadas.
En una huida hacia delante, echaste a correr,
Y no terminaste de aprender.
Aprendes a querer.
Sales a buscar la vida que se te escapa,
Convencionalismos, verdades ciegas,
son preludio de batallas privadas.
En una huida hacia delante, echaste a correr,
Y no terminaste de aprender.
Aprendes a querer.
Sales a buscar la vida que se te escapa,
allí donde la mentira se destapa.
En la partida, tú no lo sabes, juegas a perder,
En la partida, tú no lo sabes, juegas a perder,
Y no terminas de aprender.
Aprendarás a quererte.
Luchas contra fantasmas, enemigos del alma,
Aprendarás a quererte.
Luchas contra fantasmas, enemigos del alma,
suenan los versos de la calma.
El día de Salinas te llamará a tu vida: tu deber,
Y no terminarás de aprender.
Y no terminarás de aprender.
lunes, 11 de febrero de 2013
El escritor
Cuando escribe se siente poderoso. Crea vidas y las domina. Siente que crece, que sus pensamientos trascenderán. Sus palabras se vuelven importantes al ponerlas sobre papel. Se cargan de sentido y se disparan como balas. No importa lo que haya dicho o hecho, lo que importan son sus textos. Cree que porque los escribe hay quien los lee. Sus puntos, sus comas, cambiarán la vida de alguien, el mundo. Sangra tinta.
Al día siguiente, coge los textos, los lee y los rompe.
lunes, 28 de enero de 2013
Instinto animal
"Tú lo que quieres es que me coma el tigre...". Canturrea. La canción de La Faraona lleva instalada en su cabeza desde hace días. "Que me coma el tigre, que me coma el tigre...". Canturrea. Se quita las medias. "Mi carne morenaaaaa..." Canturrea. Se quita la camiseta. "Tú lo que quieres..." Canturrea. Se queda en ropa interior. "Y entonces..." Canturrea. Se mete en la cama. Fría y muy vacía. "Yo lo que quiero es que me coma el tigre..."
lunes, 21 de enero de 2013
Fantasmas
Estoy en las Ramblas a eso de las
seis de la tarde, en dirección al mar, y entre todas las caras que se
cruzan distingo la suya. Es curioso que en todos estos años nunca antes me la haya encontrado,
incluso empezaba a dudar que fuera real, pero ha sido fácil reconocerla. En
movimiento, sus facciones no resultan muy distintas de las fotos que había
visto en casa de Luis. Es una cara que podría dibujar de memoria. Siempre que
iba a su casa y mi mirada se cruzaba con alguna foto de ellos en el salón, en
el pasillo, en el dormitorio, rápidamente giraba la cabeza pero volvía a mirar
de refilón. El mismo gesto instintivo que cuando vas sentada en el metro,
levantas la vista y te encuentras con el paquete de un tío: te ruborizas,
disimulas, pero la curiosidad te puede y vuelves a mirar.
El caso es que disminuyo el paso,
convencida de que camina hacia mí, segura de sí misma –o al menos así la he
visto yo–, y según se acercaba me ha parecido que abría la boca para decirme
algo. Error. Ha pasado por mi lado sin inmutarse. No me conoce, no sospecha que
existo. Supongo que a eso le llaman “ironías de la vida”. Luego ya no he
pensado más, me he girado y me he puesto a seguirla. No me juzgues, sólo quería
ver que es lo que la hacía tan especial, que tiene que yo no tenga. Cuando pudo
no hacerlo, Luis la eligió a ella.
Es más flaca de lo que imaginaba. La
he visto comprar naranjas en la frutería, elegir sujetadores en la tienda de
lencería, rebuscar en su bolso para
coger el móvil. He oído su voz, su risa mientras hablaba con alguien. Me ha
jodido que fuera tan humana.
Cuando he querido darme cuenta eran
las diez. Me he olvidado de mí, de que tenía cosas que hacer y de una manera casi
mecánica he llegado a casa. Me he quitado el abrigo, he dejado las llaves
encima del mueble del recibidor –haciéndolas chocar con la madera, para que
hagan ruido como a mí me gusta– y me veo
escribiéndote para contarte que hoy he visto un fantasma de carne y hueso.
lunes, 7 de enero de 2013
A Nuréyev
Cher Charles,
El año toca a su fin —yo ya lo daba por terminado— y me ocurrió lo inesperado. Deja que te cuente.
Ya sabes que padezco de insomnio pero que nada tiene que ver con mi conciencia y pensando en que el aire de la noche me haría bien, me calcé las botas de siete leguas y me eché a la calle. No me gusta andar por ahí a altas horas de la madrugada, los peligros de la noche acechan en cualquier esquina —bien lo sé—pero a veces conviene hacer caso a los instintos. Tienes que saber que en la ciudad de los gatos no se duerme, así que no es ningún agravio entrar en un garito a destiempo y eso es lo que hice. Doblé la esquina, abrí la primera puerta y estaba dentro de lo que parecía el cuarto oscuro de un estudio fotográfico. Entre luces rojas, música y etanol, se me aparece majestuoso el gran Nuréyev: grand jeté, arabesque, pliés. Toda una exhibición de precisión y elegancia. Creerás que me lo invento pero es exactamente lo que ocurrió.
Y sin más que añadir, se despide afectuosamente tu amiga,
Anna Karina
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