domingo, 17 de noviembre de 2013

Un muerto

Allí estaba su muerto: una masa de carne inerte y un rostro sin músculos. Habían desaparecido las pupilas inquisidoras, la barba otrora suave y blanca se había convertido en grises púas, y la piel estaba cubierta por una pátina de cera y ceniza. Razones para creer que el alma nos abandona. Ese no era su padre, había llegado tarde, no quedaba nada de lo que despedirse. Y entonces quiso recordarle, con todas sus fuerzas, para borrar la imagen de ese cuerpo impostor.

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