martes, 1 de junio de 2010

Me declaro culpable

Debía de ser medianoche, Juan se encontraba en su cuarto sentado frente al ordenador, escribiendo como de costumbre, pues era a esas horas cuando las musas -o eso creía él- venían a visitarle. Andaba poco inspirado y no estaba prestando mucha atención a lo que escribía porque lo que hacía formaba parte más de una rutina que de una necesidad de expresarse. De repente, un estruendo en el piso de abajo le sobresaltó. Se puso en pie de un salto mientras oía como un tropel de pasos subía por las escaleras. Estaba ya cerca de la puerta cuando ésta se abrió de golpe. Cuatro hombres uniformados irrumpieron en la habitación:

-¡Alto o disparo! -dijo uno de ellos-Contra la pared y las manos a la espalda.

-¿De qué se me acusa? -preguntó Juan con estupor mientras le esposaban las muñecas.

-Queda usted detenido por atentar contra la literatura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario