viernes, 4 de junio de 2010

Historia de una corbata


Érase un hombre a una corbata pegado. Algo muy normal en una oficina si no fuera porque la corbata tenía vida propia. Cuando se angustiaba abrazaba el cuello de su dueño hasta casi estrangularlo. Había días en que se le torcía el gesto, ese día mejor no hablarle, no estaba de humor.Y cuando estaba cansada, especialmente los días de calor, relajaba los brazos y se colgaba del cuello, balanceándose de un lado a otro.
Pero que tuviera vida propia no era lo que me llamaba la atención,-estas cosas pasan constantemente-, lo chocante era que tenía ojos, los más tímidos que he visto nunca.

4 comentarios:

  1. Seguramente Khalil Gibrán sabría leer los ojos de esa corbata. Y lo resumiría en una frase; y lo guardaría en la vitrina de los secretos de su existencia... esa que se evapora con nosotros sin ser abierta jamás. (políticamente incorrecto total. perdón)

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  2. Tímidos e incrédulos. Seguramente porque reconocieron en el ave, plumas de águila real.
    Y es que de casta le viene al galgo; lo demás...farándula.

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  3. En un cajón terminó, perdida entre más recuerdos; la corbata perduró, el hombre, no.

    PD. P.Muller: El arte de su pluma incita a escribir. Gracias por contagiar esa inquietud.

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