Me preocupa que las palabras se escapen de mi boca,
sin orden ni coherencia alguna.
Que yo no las he pensado aún,
cuando ellas salen disparadas como flechas,
directas a la retórica, algunas.
Otras se quedan en el camino,
y la mayoría se arremolinan a mi alrededor,
esperando dar con un destino: se marchitan.
Al final, no soy yo quien dice,
sino ellas las que hablan por mí...
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