martes, 6 de abril de 2010

Calvario

Está sangrando a borbotones y se muestra impasible. El rubor de sus mejillas desaparece con la sangre que se escapa. Agoniza y no le importa. No le impresionan sus llagas en carne viva, ni siquiera cuando gime de dolor al hundir sus dedos en la herida para verle sufrir.
No hay tormento, que su alma es de piedra y su cuerpo de barro.

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