miércoles, 7 de abril de 2010

Esperanza

A Esperanza le gustaba vestirse de verde, el color del dinero y de la envidia. La propia Esperanza era toda ella verde, pelo verde, verde carne, ojos verdes, avariciosa y celosa. El dinero lo usaba para cubrir sus carencias, como si las virtudes se pudieran comprar, y la envidia, para esconder sus anhelos, como si los demás tuvieran la culpa. Prefirió ser odiada a ser amada, consciente de que la segunda opción siempre sería más dañina. Pobre y mezquina Esperanza que vivía con miedo, miedo de sí misma, una serpiente, verde, que con su veneno alejó a quien intentó acercarse. Así, Esperanza se fue consumiendo, y ni siquiera Soledad quiso acompañarla en sus últimos días.

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