martes, 6 de abril de 2010

¡Porca miseria!

Lo bueno de viajar en tren es que te da tiempo a escudriñar los rostros e inventar las vidas ajenas. Mira ese, qué pinta de infeliz, claro que yo con esa cara tampoco... Y ese otro que viaja solo, qué triste es la soledad. Esas magulladuras no son de una caída por las escaleras, yo nunca consentiría que me hicieran eso...El sudor alcohólico que rezumas y esas ojeras te delatan, qué vida tan superficial y qué poco respeto por el cuerpo los de los trasnochadores. Si esta chica no es capaz de mirar a los ojos cuando habla no creo que sea capaz ni de mirarse a sí misma, no paran de temblarle las manos, es patética.
Una voz mecánica anunciando su destino le saca de su ensimismamiento y se da cuenta que no ha hecho más que proyectarse en los otros, burlarse y criticar su miserable existencia. La vida le ha vuelto a dar una lección - ¡Mierda, otra vez igual! Qué empeño en olvidar lo que soy y negar la realidad. Sus ganas de vivir y su memoria de pez le juegan malas pasadas y es que siempre cree que esta vez será distinto.

2 comentarios:

  1. Me gusto, pero hija, que triste....
    Por cierto, nos vamos a Espana toda la familia en Junio, te veremos, yo creo que estaremos entre Comillas y Sanse

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  2. No hay que tomárselo al pie de la letra...Iré a veros a Comillas y de paso me llevo las agujas que también estoy haciendo punto y necesitaría una clase avanzada;)

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