lunes, 13 de diciembre de 2010

El alcázar


En lo alto de una colina, entre la maleza,
se divisa mi alcázar.
Construida con sólidas rocas, cultura y arte,
se erige mi fortaleza.
Con entereza, afectos e ilusión,
resiste mi baluarte.
De nada sirve, el viento de la soledad ha penetrado.
Aulla en mi interior.

3 comentarios:

  1. Tal aullido interior podría tomar la forma de un: ¿has visto lo que ha hecho la cerda de tu hija? En ese caso, no hay otra solución que aplicar un exorcismo al primate a base de bananas consagradas.Ahora sólo falta encontrar a un capellán-tarzán para oficiar una ceremonia de alto riesgo emocional.

    ResponderEliminar
  2. Se busca exorcista. Razón: Jane.

    ResponderEliminar
  3. Amarga y dulce soledad, sabia que nombre de mujer tienes: ni contigo ni sin ti.
    ¿Cómo valorar deleites de compañías sin vacíos de soledades?
    O, ¿cómo valorar placideces, sosiegos y silencios sin agobios de presencias? ¿primaveras sin otoños, días sin noches?
    Alcázares muchos hay; adorables con fisuras al viento, escasos, que hay inviernos pero también veranos.

    ResponderEliminar