lunes, 25 de enero de 2010

Ruego

Por el amor de Dios, Resaca, apiádate de mí. Deja de martillear mi cabeza para que mi cerebro pueda funcionar, aunque sólo para realizar las funciones básicas. Igual no sabes que a mi estómago no le gusta que lo retuerzas hasta que aparezcan las náuseas. Sé que quieres que toda la oficina se entere de mi vida de pecadora, pero el rugido de mis entrañas te lo podrías ahorrar. En cuanto a usar mi lengua como suela de zapato, ¿tanto me odias? Sé que te divierte pero, por favor, deja de jugar con el reloj y así el tiempo pueda seguir con su ritmo natural; es del todo innecesario que alargues las horas.Y sí, ya sé lo que bebí ayer. No hace ninguna falta que me perfumes con agua de ginebra, no trabajo en una destilería. Mis ojos tienen que permanecer abiertos así que no insistas en cerrármelos. Y que sepas que lo de subirle el volumen al timbre del teléfono es no tener corazón.
Dicho esto, si aún te queda algo de humanidad, ten misericordia y déjame vivir!

3 comentarios:

  1. Una de las pocas ventajas de ir envejeciendo es que consigues tener la misma intensidad de rescaca con menor ingestión etílica anterior con lo que te ahorras una pasta que no el padecimiento. Bueno, si antes no te has vuelto alcohólico, claro está.

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  2. No era mi intención alentarte a ir por el camino zigzagueante del beodo de vuelta ni aleccionarte por tu ebriedad festiva. Yo no sería la persona más adecuada pues mi aliento ha exhalado alcohol con frecuencia.
    Pienso que en la vida se pasan etapas y sólo hay que preocuparse si uno se instala permanentemente en la misma etapa.

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