sábado, 6 de noviembre de 2010

Manifiesto del soñador


¡Pobre iluso! De pobres nada, que los dejen en paz.
Tendemos a pensar que hay que sacudir esas mentes, sacarles de un supuesto estado de estupor y echarles la realidad a la cara. Me parece una crueldad. Es atacar a quien es más vulnerable y como suele ocurrir hay quien disfruta con ello, alegando justa causa: "no podéis vivir en la inopia, la vida es dura y hay que estar preparado para los desengaños".
En su defensa diré que distinguen perfectamente la realidad de sus anhelos y, francamente, no puedo evitar identificarme con quien cree que se es más feliz viviendo de los propios pensamientos que asumiendo las verdades de la vida (el cinismo nunca ha sido un antídoto contra la amargura, a los hechos me remito).
Dicho esto, que no venga nadie a sacarles de su remanso de paz, dejadles que deformen la realidad a su antojo que imbéciles no son. Tener fantasías es en definitiva un mecanismo para seguir viviendo, ¿o acaso tienen ustedes un buen motivo? Son estímulos que si no se materializan (ya sabemos que no), al menos serán el punto de partida de obras literarias, musicales, pictóricas, etc. Aquellos que aprecian el arte que den las gracias a aquellos que sufren al ver que sus sueños no se hacen realidad y no por ello dejan de buscarlos y de plasmarlo.
Nota del autor: Pongo en cursiva todos aquellos términos cuyo significado no domino y que están sujetos a la libre interpretación.

1 comentario:

  1. Plas, plas, plas, plas.
    Pobres de aquellos que no sueñan, que carecen de imaginación!. Siempre seguirán los pasos de los que la tienen.
    Y pobres porque en parte están dormidos y se creen despiertos; condenados a vivir en el perenne desengaño.

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