lunes, 15 de noviembre de 2010

La soledad del cerezo

Ha crecido solo.
Los inviernos le han hecho fuerte: despojándolo año tras año de sus colores otoñales.
Es duro y robusto como su madera.
Sólo en primavera, cuando se cuaja de flores, asoma su carácter nipón: delicado y elegante.
La soledad del cerezo no es voluntaria: es.
Por eso quise pintarlo, para que se viera, como yo le veía a él, para que supiera que no estaba solo. No me dio tiempo.
Vinieron a partirle el tronco de un hachazo y, con él, su alma.
Me duele.



1 comentario:

  1. Sólo un hacha con el mango de madera de otro cerezo podrá partirle el tronco y, con él, su alma.

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