lunes, 6 de septiembre de 2010

Espejismos

No siempre se tiene ganas de vivir, es así. La culpa acude al rescate: no tienes derecho a pensar eso. Interviene entonces la imaginación, un arma de doble filo, que se convierte en los cimientos de las mentiras que se construyen para que vuelva la ilusión. ¡Ay!, amigo, no es más que un castillo de naipes que la realidad no tardará en derrumbar y ahí es cuando se siente la puñalada de la imaginación. Viste aquello que no existía, la fantasía aparecía tan nítida que llegaste a pensar que podría sustituir a la verdad. Ingenuo. Las cosas son, y tú creíste que podían ser. Una pena, porque sé que hay quien los halla, pero no habrá oasis para ti.

2 comentarios:

  1. Pintores, poetas, escritores, todos soñadores. Alabados por sus obras, por su imaginación, por sus castillos de naipes que no derrumban la realidad. Fantasías que alimentan las nuestras. Fantasías tan perennes o tan fugaces como esa misma realidad. Porque, ¿qué es la realidad o la verdad, teniendo cada uno la suya, sino otra fantasía?
    Dadme fantasías para que me construya mis breves realidades, que las que me venden son de pena; dádmelas aún a sabiendas que como oasis, son puntos de encuentro en los que pocos se quedan.
    Espejismos maravillosos, mientras duráis. Lástima, qué breves sois.

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  2. Es un poco como, cuando de pequeños, jugábamos con el mecano o el exin castillos o el lego y nos montábamos nuestras historias a medida que encajábamos las piezas. Luego, con la obra acabada y en el clímax de fantasía, venía el hermano/a de turno y le pegaba una patada deshaciendo el encanto.
    Se montaba un pollo, claro, y tenías la consiguiente rabieta pero es te permitía volver a empezar (de pequeño eres incansable) y montar otra construcción con una fantasía diferente.

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