Caperucita loba sonríe. No es de felicidad, está pensando en hincarle el diente. Lleva tiempo esperando el momento perfecto para atacar; mientras, le acecha y observa. ¡Ñam, ñam! Seguro que sabe bien, con todo lo que sabe...
Pero como la vida no es un cuento, y nuestra protagonista es un cordero con piel de loba, pueden ustedes dormir tranquilos: no moverá una garra. Buenas noches.
Afortunadamente Caperucita loba no sabe que tiene las garras en la sonrisa...las garras mas grandes que he visto. Estáis salvados...de momento.
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