El arte es superfluo e inútil en el sentido estricto de la palabra.
No obstante, yo lo encuentro de lo más útil en la vida: salva de la desidia y la monotonía. Desconozco -imagino que sí- si se trata de un proceso neuronal reconocido pero siento que mi cerebro se excita con informaciones mucho más si vienen en forma de pintura, escultura, joyas, artesanía, etc.
Además del placer de lo bello, el arte recoge la esencia de las épocas vividas por la humanidad, las circunstancias de un momento histórico: todas se reflejan en corrientes artísticas. Se satisface así la curiosidad por mis antepasados pero también por el prójimo, pues el arte es la expresión más auténtica de lo que uno es y nos revela mucho más de la persona que cualquier otra disciplina.
En fin, que así como a otros les alegra la visión de una pelota entrando en una portería, a mí me ilusionan la perla de Vermeer o las pinturas rupestres. Es así, cada uno es como es (aunque suene pedante).
Nota del autor. Por supuesto estas opiniones no pueden ser tenidas en cuenta pues quien les habla es un erudito a la violeta.