Qué espanto cuando se miró al espejo. Había pasado años sin hacerlo, obviando su deterioro, demasiado ocupado en sus miserias. Al mirarse con honestidad, asumió su condición: un monstruo, sin lugar a dudas. Si humanidad significaba sensibilidad y compasión hacia nuestros semejantes, de eso quedaba ya muy poco. Vivía y participaba en un mundo que aceptaba y propiciaba el sufrimiento ajeno porque sí, porque así es la vida y así es el ser humano. Sí, eso era así, pero eso no le exculpaba: cruel y egoísta, un monstruo.
En este crudo post -ainsi cést la vie-, veo más a "Saturno devorando a un hijo" que a "racimo de uvas con Eugenia detrás en pelotas", que lo endulza.
ResponderEliminarContinuación comentario 1: Pero si el autor lo vió así, así debe quedar, porque es su obra y no la mía.
ResponderEliminarSus agrias y escogidas palabras disparan mi imaginación. Arte.